El peligro de la inconstancia // Ramon Ubillos

El peligro de la inconstancia // Ramon Ubillos

La Paciencia de Dios es para Salvación

Tened entendido que la paciencia de nuestro Señor Jesucristo es para salvación (2 Pedro 3:15).

Dios nos da tiempo para mejorar nuestras vidas. Las pruebas y conflictos no son casuales; sirven para prepararnos, limpiarnos y acercarnos más a Él. La paciencia de Dios es una oportunidad para el arrepentimiento y la santificación. No debemos tomar su paciencia como una excusa para seguir en pecado, sino como un llamado a cambiar y a vivir conforme a su voluntad.

La Importancia de la Firmeza

Guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza (2 Pedro 3:17).

El plan de Dios es que lleguemos hasta la meta. No podemos permitir que las circunstancias nos aparten del camino. La firmeza es clave en la vida cristiana. Aquellos que son firmes en la fe no se dejan llevar por las corrientes del mundo ni por las filosofías humanas. Ser firme significa mantenernos anclados en la verdad de Dios sin comprometer nuestros valores ni ceder a la presión del entorno.

La Diferencia entre Religiosidad y Vida en Cristo

Ser parte de una religión no es lo mismo que tener una vida en Cristo. Nuestra vida debe estar escondida en Dios, no simplemente como miembros de una congregación, sino como sacerdotes llamados a servir. La religión sin relación con Dios es vacía; en cambio, vivir en Cristo implica un compromiso diario de obediencia, amor y entrega. Debemos evitar una fe superficial y buscar un crecimiento continuo en nuestra relación con Él.

Los Inconstantes Tuercen la Palabra

Los inductos e inconstantes tuercen las Escrituras para su propia perdición (2 Pedro 3:16).

La inconstancia lleva a la distorsión de la Palabra de Dios. En lugar de sujetarnos a su voluntad, algunos buscan rebajar sus exigencias para acomodarse a sus deseos. Cuando no hay convicción firme, la verdad se manipula para justificar el pecado. Es fundamental estudiar y aplicar la Palabra de manera fiel, sin tergiversarla para nuestra conveniencia.

La Lucha entre la Voluntad de Dios y la Carne

La voluntad de Dios es agradable y perfecta (Romanos 12:2).

La verdadera batalla no es con Dios, sino con nosotros mismos. La carne siempre está en conflicto con lo que Dios quiere, pero debemos esforzarnos para alcanzar el nivel que Él nos exige. La carne busca satisfacer deseos temporales, pero el Espíritu nos llama a vivir conforme a lo eterno. La clave es la disciplina espiritual: la oración, el ayuno y la meditación en la Palabra nos ayudan a vencer nuestras debilidades.

La Necesidad de Perseverar

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe (2 Timoteo 4:7).

Muchos comienzan con entusiasmo, pero lo importante es perseverar hasta el final. Dios nos da la fuerza para seguir adelante a pesar de los obstáculos. La perseverancia es evidencia de una fe genuina. No se trata solo de empezar bien, sino de terminar bien, confiando en que Dios nos fortalecerá en los momentos de dificultad.

El Peligro de la Inconstancia

El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:8).

La duda y la falta de certeza llevan a la inconstancia. Sin firmeza en la fe, es fácil ser arrastrado por diferentes doctrinas y engaños. La inconstancia no solo afecta nuestra relación con Dios, sino también nuestras decisiones diarias. Un corazón dividido no puede experimentar la plenitud de la paz de Dios.

Confianza en Dios

Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre (Salmo 125:1).

Nuestra fe debe ser inquebrantable. Quien confía en Dios no es removido por las circunstancias, sino que permanece firme en Él. La confianza en Dios nos da estabilidad en tiempos de crisis y nos permite enfrentar los desafíos con valentía.

Conclusión

Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma (Hebreos 10:39).

Debemos decidir a qué grupo pertenecemos: a los que avanzan con firmeza o a los que retroceden. La firmeza en Cristo nos lleva a la victoria. Sigamos adelante, sin desmayar, hasta alcanzar la meta final. No importa cuántas veces caigamos, lo importante es levantarnos y seguir luchando con la certeza de que Dios está con nosotros y nos fortalecerá hasta el fin.

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