Jeremías: Engañoso y perverso es el corazón | Personajes Bíblicos
El corazón: centro de nuestro ser
- El corazón es la parte espiritual donde moran nuestras emociones y deseos.
- La Biblia menciona el corazón casi mil veces.
- El corazón no es una cuarta parte separada de nuestro ser, sino una composición de mente, emoción, voluntad y conciencia.
- El corazón es la puerta de entrada de todo nuestro ser, lo que permitimos entrar y salir está determinado por él.
- Con el corazón amamos a Dios y tenemos una relación amorosa con Él.
- La relación con Dios comienza en el corazón, no en la mente.
- Los problemas en el corazón pueden impedir el progreso en la vida cristiana.
- Las heridas del alma pueden sanarse entregando la vida a Dios.
- El corazón es el centro de control de la persona, donde se toman decisiones y se elige entre el bien y el mal.
- Un corazón impuro puede limpiarse y purificarse mediante el arrepentimiento y la entrega a Dios.
- Debemos guardar nuestro corazón porque de él mana la vida.
- El corazón puro produce una vida pura, mientras que el corazón impuro produce una vida impura.
- El corazón humano es engañoso y perverso, pero Dios conoce sus secretos.
- Para que una persona sea salva, el corazón debe ser cambiado y transformado por el poder de Dios.
- Dios promete vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15).
- La obra de Dios de crear un nuevo corazón involucra probar nuestros corazones y llenarlos con nuevas ideas, sabiduría y deseos.
- El corazón es el centro de nuestro ser y debemos guardarlo puro sobre toda cosa (Proverbios 4:23).
El corazón en tiempos difíciles
- En tiempos difíciles, pueden fluir cosas negativas de nuestro corazón como amargura, murmuración y desánimo.
- Dios quiere que fluya de nuestro corazón alabanza, gratitud y honra a Él (Hebreos 13:15).
- Nuestro corazón quebrantado debe producir el mejor aceite, el que enciende el fuego de Dios en nuestra vida, que es la adoración y reverencia a Él.
- En tiempos difíciles, debemos buscar a Dios para que transforme nuestro corazón y no dejar que la amargura y los pecados del mundo lo llenen.
- La decisión de permitir que Dios transforme nuestro corazón es personal y debemos meditar en ella cuidadosamente, ya que está en juego nuestra vida.
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