La Comida que Sacia el Alma // Daniel Del Vecchio
En esta inspiradora predicación, Daniel del Vecchio nos lleva a reflexionar sobre la importancia de buscar la “comida espiritual” que verdaderamente satisface el alma.
La comida que sacia el alma
En su ministerio, Cristo comparó la obra de evangelizar y compartir con las almas necesitadas con una comida que sacia el alma. Al igual que el alimento físico satisface el hambre, la labor espiritual que realiza la iglesia para alcanzar y evangelizar a los perdidos satisface el alma del creyente, llenándola de un gozo profundo que no puede ser comparado con las satisfacciones temporales de la vida.
Cuando Cristo dijo “mi comida es hacer la voluntad de mi Padre y terminar su obra”, nos invitaba a comprender que la verdadera satisfacción no viene de las cosas materiales, sino de cumplir con el propósito divino. La evangelización, el compartir el evangelio con los demás y ver almas transformadas, es la verdadera comida que llena el corazón del cristiano.
Este acto de evangelizar, como una comida espiritual, no solo beneficia a quien recibe el mensaje, sino que también nutre al que lo lleva. Los discípulos de Jesús, al igual que Él, están llamados a hacer la voluntad del Padre y a llevar el alimento espiritual a aquellos que lo necesitan. Es un proceso de dar y recibir, donde el alimento espiritual nos fortalece y nos da propósito.
La necesidad de aprovechar las oportunidades
En el contexto de la obra de Cristo, la “comida que sacia” está ligada a la urgencia de aprovechar el tiempo que se nos da. La siega de almas es un tiempo específico, y las oportunidades para predicar el evangelio y ganar almas no duran para siempre. Cristo nos enseñó que el tiempo es corto, y que debemos estar alertas, listos para trabajar en su obra cuando la oportunidad se presente.
Así como el hambre no espera y se debe satisfacer en su debido tiempo, también las oportunidades espirituales deben ser aprovechadas en el momento adecuado. Al igual que una comida que se sirve a la hora correcta, el evangelio debe ser compartido mientras las almas están abiertas, antes de que llegue la noche, el momento en que no se puede trabajar.
La comida espiritual y su poder transformador
Cuando Cristo habla de la “comida que sacia”, está refiriéndose a un alimento espiritual que tiene el poder de transformar vidas. El evangelio no solo proporciona consuelo, sino que tiene el poder de cambiar el destino eterno de una persona. Cuando compartimos la buena nueva de salvación, estamos ofreciendo el alimento espiritual que puede dar vida eterna y restaurar las almas.
Este tipo de comida no es efímera como los manjares terrenales, sino que satisface de manera profunda y eterna. La obra de Cristo no solo nos redime, sino que nos transforma, llenándonos con el gozo y la paz que solo Él puede ofrecer. Jesús nos invita a ser partícipes de este banquete espiritual, que tiene el poder de cambiar el corazón humano y renovar la vida de aquellos que lo reciben.
El llamado a ser obreros en la obra de Dios
Así como el alimento físico es necesario para sostener la vida, también lo es la obra de evangelización para el cristiano. Jesús dijo que la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Esta es una llamada a todos los creyentes a participar en la cosecha de almas, compartiendo el evangelio como una comida que sacia y transforma. Cada cristiano tiene un papel vital en este banquete espiritual, y su trabajo no solo es una necesidad para el mundo, sino una fuente de satisfacción y cumplimiento personal.
Al ser obedientes al llamado de Cristo, cada creyente experimenta la comida que sacia, no solo al compartir el evangelio, sino al ver cómo las vidas son cambiadas por el poder de Dios. Este alimento espiritual nos fortalece, nos anima y nos motiva a seguir adelante, siempre conscientes de la urgente necesidad de llevar el mensaje de salvación a un mundo hambriento de esperanza.