Luz en las Tinieblas: Un Llamado a Andar como Hijos de Luz
La predicación de Juan José Estévez, basada en Efesios 5:1-15, nos desafía a reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestra fe en un mundo que necesita desesperadamente la luz de Cristo. Este mensaje nos recuerda que la vida cristiana no se trata solo de palabras o apariencias, sino de una transformación profunda que nos lleve a reflejar a Cristo en cada área de nuestras vidas.
El llamado a ser luz en medio de las tinieblas
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8).
En este versículo, Pablo nos invita a vivir de manera coherente con nuestra identidad en Cristo. Antes de conocer al Señor, vivíamos en tinieblas, pero ahora, como hijos de Dios, somos llamados a ser luz en el mundo.
Ser luz implica mucho más que asistir a cultos o cumplir con ciertas normas religiosas. Significa reflejar a Cristo en nuestras palabras, decisiones y actitudes. Esto requiere diferenciarse claramente de las obras de las tinieblas, no participando ni siendo cómplices de aquello que no glorifica a Dios. La luz no solo ilumina, sino que también expone; por ello, como creyentes, nuestras vidas deben ser un testimonio de la verdad y la gracia de Dios.
En un mundo lleno de confusión y oscuridad moral, los hijos de luz tienen la responsabilidad de mostrar una alternativa: una vida marcada por el amor, la verdad y la justicia. ¿Estamos reflejando esa luz o nos hemos conformado con el sistema de este mundo?
Mirad con diligencia cómo andamos
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios” (Efesios 5:15).
Pablo nos advierte que debemos vivir con sabiduría y cuidado. Esto incluye hacer una introspección honesta de nuestras vidas para identificar áreas que necesitan alinearse más con la voluntad de Dios. Ser cristiano no se trata de apariencia externa, sino de una transformación interior que se refleja en nuestras decisiones diarias.
La sabiduría de la que habla Pablo no es un conocimiento académico, sino una dependencia total de Dios. Esta sabiduría se manifiesta en cómo manejamos nuestras relaciones, trabajo, tiempo y recursos. Por otro lado, la insensatez nos lleva a vivir impulsados por nuestras emociones o deseos, sin considerar las consecuencias eternas de nuestras acciones.
¿Estamos siendo sabios al caminar con Dios o estamos actuando como necios, ignorando Su dirección?
La lección de la parábola de las vírgenes necias
“Y las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas” (Mateo 25:4).
Jesús utilizó esta parábola para ilustrar la importancia de estar preparados para Su venida. Las vírgenes necias no llevaron suficiente aceite para sus lámparas, lo que simboliza una falta de preparación espiritual. Por el contrario, las vírgenes prudentes se aseguraron de tener suficiente aceite, representando una relación constante y profunda con Dios.
El aceite en la lámpara es un recordatorio de nuestra necesidad del Espíritu Santo. Una fe superficial, que solo se manifiesta ocasionalmente, no será suficiente cuando llegue el momento crucial. Necesitamos una vida llena del Espíritu, cultivada a través de la oración, la meditación en la Palabra y la obediencia diaria a Dios.
Jesús nos llama a estar siempre listos, no solo en apariencia, sino en el corazón. Esto significa vivir con una expectativa constante de Su retorno, asegurándonos de que nuestras lámparas estén llenas y ardiendo.
La importancia de la dependencia y la llenura del Espíritu Santo
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).
En la vida cristiana, el Espíritu Santo es indispensable. Sin Su llenura, nuestra luz se apaga y nos volvemos vulnerables a las tinieblas. Así como un motor necesita aceite para funcionar, nuestra vida espiritual necesita del Espíritu para mantenerse activa y eficaz.
La falta de una relación constante con Dios nos lleva a una vida cristiana estancada y sin fruto. Por el contrario, cuando dependemos del Espíritu Santo, somos capaces de mantenernos firmes, incluso en medio de las pruebas. Ser hijos de luz no es un esfuerzo humano, sino el resultado de la obra transformadora del Espíritu en nuestras vidas.
Reflexión final: Caminar como hijos de luz
La predicación de Juan José Estévez nos recuerda que la vida cristiana es un llamado a andar en santidad, sabiduría y dependencia de Dios. Ser luz en un mundo de tinieblas es una responsabilidad que requiere compromiso diario.
La pregunta clave es: ¿Estamos listos para el retorno del Señor? ¿Nuestras lámparas están llenas de aceite o estamos viviendo con una fe superficial? La invitación de Cristo es clara: vivir como verdaderos hijos de luz, reflejando Su carácter y Su amor en todo momento.
Que este mensaje nos inspire a examinar nuestras vidas y a buscar una relación más profunda con Dios, para que podamos ser esa luz que el mundo necesita.
Juan José Estévez es director general de la ONG Remar en Argentina.