Profecías Purificadoras: Cuando Dios Habla con Fuego // Palabras Proféticas
En estos tiempos convulsos, donde el mundo tambalea entre catástrofes naturales y confusión espiritual, la voz profética resuena con más urgencia que nunca. El propósito de Dios no es destruirnos, sino purificarnos. En Su amor eterno, busca salvarnos, y para ello, levanta trompeteros que proclaman Su palabra con pasión ardiente y autoridad divina.
Dulce en la boca, amargo en el vientre
El mensaje profético no siempre es cómodo. Lo que se recibe con gozo, muchas veces se transforma en carga interior. Así lo expresa Juan en Apocalipsis:
Apocalipsis 10:10-11
Entonces tomé el librito de la mano del ángel y lo comí, y era dulce en mi boca como la miel; pero cuando lo hube comido, amargó en mi vientre.
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
Este llamado no es solo histórico, es actual. El Espíritu sigue impulsando a los suyos a proclamar lo que ven con los ojos de Dios, lo que escuchan en la intimidad del Espíritu y lo que se confirma en las Escrituras. La profecía se actualiza y se repite. Lo que Dios hizo, lo volverá a hacer.
El rostro encendido de Yahveh
Las señales están delante de nosotros: inundaciones, incendios, caos. No son casualidades, son advertencias divinas. Así lo revela el profeta Isaías:
Isaías 30:27-28
He aquí que el nombre de Yahveh viene de lejos, su rostro encendido y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume.
Su aliento, cual torrente que inunda, llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con criba de destrucción, y el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndoles errar.
Lo vemos cumplirse en la tierra. Incendios provocados, ciudades devastadas, decisiones insensatas. No es solo la irresponsabilidad humana: es la justicia de Dios que se manifiesta. Tal como sigue diciendo el profeta:
Isaías 30:30-33
Yahveh hará oír su potente voz, y hará ver el descenso de su brazo con furor de rostro y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo.
Porque Asiria, que hirió con vara, con la voz de Yahveh será quebrantada.
Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Yahveh sobre él será con panderos y arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos.
Porque Tofet ya de tiempo está dispuesto y preparado para el rey; profundo y ancho, cuya pira es de fuego y mucha leña; el soplo de Yahveh, como torrente de azufre, lo enciende.
Tiempos de juicio, tiempos de decisión
Dios no pasa por alto el pecado de las naciones. Idolatría antigua, adoración a Moloc, sacrificios humanos, ocultismo moderno… todo tiene su respuesta divina. Y aún hoy, muchos países continúan bajo la tiranía de principados demoníacos, desatando prácticas satánicas en lo oculto, que claman venganza desde la tierra.
Y el juicio viene. Siria, Líbano… pronto Irán. Las profecías están cumpliéndose, y seguirán manifestándose con mayor intensidad. Pero, ¿dónde está la esperanza?
Un Reino inconmovible
El creyente que permanece en Cristo, que vive con temor de Dios y obediencia, no tiene de qué temer. Vivimos en la roca firme.
Hebreos 12:28-29
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Este fuego no solo destruye: también purifica. Nos prepara para el Reino eterno. Nos limpia del ego, de los temores, de la carnalidad. Y si en su voluntad permite el martirio, lo hará acompañado de su gozo, su paz y su presencia gloriosa.
A quién serviremos
El mensaje final es claro. Como Josué proclamó ante el pueblo, hoy debemos decidir:
“Escoged hoy a quién servir… Yo y mi casa serviremos a Yahveh.” (cf. Josué 24:15)
La voz profética no es para asustar, sino para despertar. Para decidir. Para consagrarnos. Porque el Dios que habla con fuego, también abraza con fuego. Fuego de amor eterno.
