Progresismo si, hacia el infierno.
El diccionario lo define como: “Ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social”
No se especifica que el progreso sea ascendente o descendente, en mi opinión y estoy plenamente convencida de ello, progresan sí, pero hacia el infierno.
Teniendo en cuenta las manifestaciones espirituales de la calaña a la que pertenecen, los llamados progresistas, tanto en algunos de los representantes actuales como en los modelos originales de su inicio, así como los poderosos, la élite que gobierna el mundo perteneciente a diferentes ideologías, les podemos denominar a esta ralea, como de hijos del diablo.
Esta horda perversa tiene como encomienda principal hacer desaparecer las raíces judeo-cristianas de la sociedad, pues todo lo que les huele a familia, moral, leyes divinas, mostrar diferencia entre el bien y el mal, les hace revolverse como camada enloquecida, porque, conocedores de la profundidad de lo oscuro, se han arrodillado ante el macho cabrío del que reciben fuerza, seguridad y confianza, siendo respaldados en su poder.
¡Ignorantes! Ellos, que practican la mentira como alimento de sus almas y aire de su respiración, deberían darse cuenta de que sirven a un mentiroso más sabio, por viejo; más astuto, como ángel caído; más perverso, por rebelde y soberbio que les traicionará y destruirá cuando quiera, por el puro placer de hacerlo, es su naturaleza, pues él solo desea matar, robar y destruir, o cuando Dios se lo mande, el Todopoderoso le deja actuar, mientras cumple sus propósitos.
Esta manada que invade el mundo como servidores del enemigo de Dios, tienen un plan antiguo que se ha manifestado a lo largo de la Historia bajo diferentes nombres, preparando para el final, una manifestación poderosísima y universal de su “dios”, como nunca antes, siempre utilizados por su amo que les manipula, clavando sus garras en las almas movidas por la ambición, la avaricia, el orgullo, las diferentes maldades propias del hombre y sobre las que actúa su dueño, en su intenso deseo intemporal de derrotar a Dios, que nunca ha conseguido ni conseguirá, pero mientras, satisface su odio destruyendo a los hombres, pues no soporta ni entiende que Dios ame a estas criaturas.
Estamos en guerra, la más antigua de todas, la guerra entre el bien y el mal, ésta, es desde el principio y será hasta el final, con la victoria de Dios.
Serán juzgados hombres y demonios como autores y coautores responsables de la maldad, y el fin será con la justicia completa, la que comenzó en la cruz del Calvario, en la aparente derrota de Dios mismo, pero su muerte y resurrección venció a todas las potestades de maldad, llevó el castigo que todos merecíamos, sobre sí mismo, siendo, por tanto, el abogado defensor de todos los que miran y claman con fe a esa cruz.
Que Dios tenga misericordia y abra los ojos de la conciencia de muchos para que vean y conozcan al que cumplirá lo que ha hablado desde el principio.
Isaías 13,11. “Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré́ la altivez de los fuertes. Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre. Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá́ de su lugar, en la indignación de Jehová́ de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira.“
Apocalipsis 21. 5. “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.“
Mari Carmen Jiménez.