Raquel y Lea: Perdonando al que me hizo daño | Personajes Bíblicos

Raquel y Lea: Perdonando al que me hizo daño | Personajes Bíblicos

El resentimiento y la amargura

  • El resentimiento es un sentimiento profundo de disgusto o enojo hacia alguien por una ofensa pasada.
  • El resentimiento es el enemigo de las buenas relaciones y destruye la amistad.
  • El resentimiento es un pecado que puede destruir a las personas.
  • La amargura es hermana del resentimiento y ambas son desagradables para Dios.
  • La amargura ahoga la paz, el gozo y el amor en nosotros.
  • La amargura produce ira, irritabilidad, hostilidad, pesimismo, aislamiento, crítica destructiva, tristeza y depresión.
  • La amargura afecta la comunión con Dios y puede causar pérdida de sueño, cansancio permanente, pérdida del disfrute de la comida y depresión.
  • El resentimiento y la amargura son venenosos y destructivos para la salud física y mental.
  • El resentimiento y la amargura afectan negativamente a la personalidad y a la comunión con Dios.

El perdón

  • El perdón es la única manera de librarse del resentimiento y la amargura.
  • Perdonar no significa pasar por alto el pecado ni fingir que nunca ocurrió.
  • Perdonar es soportar el daño o la injuria a uno mismo y escoger ya no recordarla más.
  • Perdonar es costoso, pero es más caro no hacerlo.
  • Para librarnos del resentimiento y la amargura, debemos:
  • No vengarnos nosotros mismos, sino dejar lugar a la ira de Dios.
  • Reconocer que Dios es justo y que Él hará justicia.
  • Confesar nuestro pecado a Dios.
  • Dar sentencia de muerte al resentimiento y la amargura.
  • Perdonar a los demás como Cristo nos ha perdonado a nosotros.
  • Pedir al Espíritu Santo que nos ayude a perdonar y olvidar.

Consecuencias de la amargura y el resentimiento

  • La amargura y el resentimiento nos hacen prisioneros, pero el perdón nos libera.
  • La amargura puede contaminar a muchos, por lo que debemos reconocerla y arrepentirnos para ser limpios ante Dios.
  • La amargura y el resentimiento nos roban la paz y pueden incluso hacernos perder la salvación.
  • Odiar es pecado porque deseamos el mal a la otra persona.
  • El Señor puede limpiarnos de todo mal si confesamos nuestros pecados.

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