Un viaje profético desde la Pascua hacia la eternidad.

Un viaje profético desde la Pascua hacia la eternidad.

I. La Pascua tiene un solo protagonista: Jesucristo

Muchas celebraciones religiosas colocan el enfoque en ritos, imágenes o tradiciones humanas. Sin embargo, tanto el Pesaj bíblico como la conmemoración de la muerte y resurrección de Jesús deben apuntar a una sola realidad: Cristo es el Cordero inmolado y resucitado.

“Cristo, nuestra pascua, ya fue sacrificado por nosotros.” (1 Corintios 5:7)

Cualquier fiesta sin Cristo en el centro es vacía. Él no está en una cruz ni en una procesión. Está vivo, sentado a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros (Romanos 8:34).

II. Profecía de su nacimiento: Belén, la pequeña que dio al Eterno

Miqueas 5:2 nos abre el panorama profético:

“De ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.”

No fue casualidad. Jesús nació en Belén, como Hijo de David, de la tribu de Judá. Su linaje y lugar de nacimiento fueron profetizados siglos antes. Y no es un ser creado: Él es eterno, Dios hecho carne (Juan 1:14).

III. Las 70 semanas de Daniel: La cuenta regresiva al Mesías

En Daniel 9:24-26, se detallan fechas precisas:

“Se quitará la vida al Mesías, mas no por sí…”

Los sabios de oriente lo entendieron. Calcularon desde la reconstrucción de Jerusalén y supieron que el tiempo del Mesías había llegado. No eran «magos», sino estudiosos rabínicos del exilio, conocedores de las Escrituras y los cielos (Salmo 19:1).

La cruz no fue un accidente, fue cumplimiento profético exacto.

IV. La Piedra Angular y el juicio venidero

Isaías 28:16:

“He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra…”

Jesucristo es la piedra viva, probada y preciosa (1 Pedro 2:6-8). Los que creen, no serán confundidos. Pero quienes tropiezan con Él, lo hacen para su perdición. No hay fundamento más sólido que su evangelio.

Daniel 2 también habla de esta piedra que destruye los reinos del mundo y establece un Reino eterno. Esa roca es Cristo. Él reinará para siempre.

V. Galilea vio gran luz: Jesús, luz del mundo

Isaías 9:1-2:

“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz…”

Galilea, una región despreciada, fue el centro del ministerio de Jesús. Allí predicó, sanó, discipuló. Dios eligió lo que el mundo desprecia para manifestar Su gloria (1 Corintios 1:27-29). Jesús trajo luz donde solo había sombra de muerte.

VI. El Rey montado en un pollino: humildad y majestad

Zacarías 9:9:

“He aquí tu Rey vendrá a ti… cabalgando sobre un pollino.”

Cuando Jesús entra en Jerusalén, lo hace en cumplimiento de esta profecía. No como un rey guerrero, sino como el Rey de Paz. La multitud lo reconoce como “el que viene en nombre del Señor” (Mateo 21:9), pero muchos no entendieron que venía a morir.

VII. Mirarán al que traspasaron

Zacarías 12:10:

“Mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán…”

Este pasaje señala al mismo Jesús que fue crucificado. Lo traspasaron, y aún lo hacen muchos al rechazarlo. Pero Dios promete que el remanente de Israel lo reconocerá, y habrá arrepentimiento genuino.

VIII. El niño que es Dios: El misterio glorioso del Mesías

Isaías 9:6:

“Un niño nos es nacido… y se llamará su nombre Dios Fuerte…”

No es solo un profeta. Es Dios con nosotros (Emanuel). Es Padre eterno, Príncipe de Paz, y su Reino no tendrá fin. No hay otro nombre que reúna todas estas cualidades: solo Jesús.

IX. El Siervo sufriente: el Cordero profetizado

Isaías 53 revela el corazón del evangelio:

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones…”

Ningún otro ha llevado nuestros pecados, ha sido molido por nuestras culpas, y ha dado su vida voluntariamente como sustituto. Este pasaje es ineludiblemente mesiánico. Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo.

X. El nuevo pacto en su sangre

Zacarías 9:11:

“Por la sangre de tu pacto serás salva…”

Jesús mismo lo declara en la última cena:

“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre.” (Lucas 22:20)

No hay salvación sin sangre. No la de animales, sino la del Cordero eterno. Esa sangre limpia, transforma y garantiza la entrada al Lugar Santísimo (Hebreos 10:19-22).

XI. La puerta cerrada hasta su regreso

Ezequiel 44:1-3:

“Esta puerta estará cerrada… porque Jehová, Dios de Israel, entró por ella.”

Jesús entró por la puerta del oriente hacia el templo. Hoy está sellada, esperando su regreso. Lo hará como el Príncipe de Paz, para establecer su Reino visible.

XII. El Mesías sacerdote para siempre

Salmo 110:4:

“Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.”

Melquisedec fue rey y sacerdote — figura de Cristo. Jesús es nuestro Sumo Sacerdote eterno, no limitado por linaje levítico, sino por un llamado celestial (Hebreos 7:11-28). Él intercede continuamente por nosotros.

XIII. Sus pies tocarán el Monte de los Olivos

Zacarías 14:4:

“Y se afirmarán sus pies sobre el monte de los Olivos…”

Jesús volverá físicamente. No como en el arrebatamiento, sino en la segunda venida gloriosa. Ese monte se partirá, como señal del poder con que viene a reinar. Él es Rey, Juez y Señor de toda la tierra.

XIV. Jesús, el único nombre que salva

Juan 5:39:

“Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí.”

Cada página de la Biblia habla de Jesús. Desde Génesis hasta Apocalipsis, Él es el centro de toda revelación.

1 Juan 2:22-25 es un llamado urgente:

“¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo?… El que confiesa al Hijo tiene también al Padre.”

Negar a Jesús como el Mesías es abrazar la mentira. Él es el único camino al Padre (Juan 14:6), el único que ofrece vida eterna.


Oración final

“Gracias, Jesús, porque tú eres el verdadero Mesías, el único Salvador. Revela tu gloria a los corazones aún endurecidos, y fortalece la fe de los tuyos. Danos convicción para proclamarte sin temor, y la gracia para seguirte hasta el fin. En tu nombre oramos. Amén.”

Leer Biografía de Miguel Díez

Presidente de la ONG Remar Internacional y la iglesia Cuerpo de Cristo.

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